Tras Vistalegre II

Podemos: Avon Barksdale se impuso a Stringer Bell

por Josep Maria Antentas

2017 02 17 01 podemos“...ellos no comprenden la utilidad inmensa de la diversidad de las doctrinas. Cada matiz, cada escuela tiene su misión a cumplir, su parte a jugar en el gran drama revolucionario y si esta multiplicidad de sistemas os pareciera funesto, usted desconocería la más irrecusable de las verdades: ’La luz solamente surge de la discusión’.”

August Blanqui, Carta a Maillard (Belle-Île, 6 junio de 1852)

Aunque cuesta creerlo, Vistalgre II ya pasó. Su desarrollo y preparación fue consecuencia directa de Vistalegre I y su dinámica puede sintetizarse en la fórmula confrontación sin debate y espectáculo sin sustancia. El resultado tiene consecuencias clara inmediatas: Pablo Iglesias ha sido revalidado como Secretario General y su equipo gobernará Podemos a sus anchas. Para Errejón cualquier tiempo pasado fue mejor. Anticapitalistas y la lista que animaba con otros activistas, Podemos en Movimiento, consiguió mostrar que existe otro Podemos, aunque todavía pequeño en relación a las dos facciones del antiguo aparato. El resultado final del congreso sin embargo es un lifting de Vistalegre I tras una batalla donde pesaba más la pugna por quién iba a gestionar el partido que su proyecto. Los cambios en juego aparecían más en negativo que en positivo: o dar un paso más en la homologación política de Podemos (como planteaba Errejón), o simplemente quedarse en una posición rebelde pero con fuertes incoherencias estratégicas (como sostenía Iglesias). En Vistalegre II Podemos no ha empeorado, pero tampoco ha mejorado sustancialmente. Los grandes límites estratégicos de lo aprobado en Octubre de 2014 no han sido rediscutidos seriamente y la estructura organizativa, a pesar de algunas leves mejoras, sigue basándose en la misma filosofía. El balance somero del congreso es claro: lo mejor ha sido que se evitó lo peor.

En el tortuoso camino hacia Vistalegre II, muchas han sido las analogías sobre Iglesias y Errejón y sus proyectos respectivos. La más conocida de ellas, la comparación entre Springsteen y Coldplay/1. Aunque menos glamourosa, quizá parece más pertinente trazar un símil entre Avon Barksdale y Stringer Bell, los dos gangsters que protagonizan las tres primeras temporadas de la conocida serie The Wire. El primero, jefe de la banda, es un tipo duro y orgulloso de ser un gángster. El segundo, un maniobrero, inteligente y frío número dos, ambiciona ser un verdadero hombre de negocios y salir de la dureza del barrio, consiguiendo la respetabilidad social de la que carece. Amigos de juventud, ambos construyeron sus dominios eliminando implacablemente a sus enemigos. Pero su relación acaba en una guerra de traiciones. Bell termina muerto, Barksdale en prisión y su hundido imperio es reemplazado por otra banda rival. Afortunadamente, la pelea podemita ha tenido un desenlace menos dramático y el partido ha sobrevivido, a pesar del desgaste, a la pelea entre sus dirigentes.

Todas las comparaciones tienen límites y ésta falla, sin embargo, en un punto: en la serie a todos nos gusta más Bell, que como gangster es una figura más fascinante y original que su más convencional jefe. En Podemos la realidad es la inversa. Iglesias ha encarnado una política más osada y un estilo menos tradicional y más explosivo, mientras que Errejón representa una figura más previsible (aún poseedora de bastante originalidad discursiva y teórica), la de un número dos que quiso ser número uno para pilotar una adaptación del partido hasta alcanzar su respetabilidad y reconocimiento oficial. Pero más allá de las bandas, la vida del barrio la hacen también los activistas comunitarios que luchan para cambiarlo y juegan a otra cosa. Ahí está el verdadero futuro. Esta es la cuestión decisiva que ha estado planteado en el debate de Vistalegre II: salir de la lucha entre jefes sobre qué modelo y qué estilo de negocio, para plantear la necesidad de otro partido y otro proyecto.

Preguntado por su forma de escribir y de inspirarse, el creador de The Wire, David Simon, liquidó la discusión con un explícito “que se joda el lector medio”/2. Seguir su consejo sería sin duda una forma particular de entrar en el debate sobre la “transversalidad” y “seducir a los que faltan” que tanto ha preocupado a Podemos y que constituyeron los ejes del discurso estratégico de Errejón y, en general, del modelo Vistalegre I. Sin embargo, en política no hay que despreciar al lector medio, en este caso al votante medio. Al contrario, hay que trabajar para conseguir su favor. Pero sin devaluar el producto para adaptarlo a los gustos mayoritarios, convirtiendo a Podemos en un blockbuster efímero de usar y tirar. Más que ir hacia un centro indiferenciado y amorfo es a partir de la movilización de los sectores que escapan a él que una fuerza impugnadora como Podemos puede labrarse una base social fuerte, para después ampliarla progresivamente. Es rompiendo moldes como The Wire tuvo éxito. Lo mismo vale decir para Podemos.

Visto así, en Vistalegre II se confrontaban dos modelos de Podemos-blockbuster, uno con cierta pretensión de aunar comercialidad y calidad (Iglesias) y el otro un todo vale por la audiencia (Errejón), mientras en los márgenes se abría paso, en medio de un creciente respeto de las bases, un Podemos-The Wire, el de Anticapitalistas, que enfatizaba la calidad del guión y la consistencia narrativa. En ningún caso hay que asimilar esta posición a una cómoda defensa de un proyecto minoritario de auto-consumo, sino a la pretensión de articular un proyecto que sea tan mayoritario como grande su ambición de cambio social, tan masivo como bueno. No cuesta tanto imaginar cómo podría ser un partido de este tipo. Sólo hay que pensar con el 15M.

Paisaje de guerra total

La ruta hacia Vistalegre II dibujó una escenografía de guerra total, utilizando el conocido término militar de Erich Ludendorff/3. La lógica de guerra burocrática contra la militancia y la discrepancia, en un ambiente de excepción organizativa permanente, propia del modelo Vistalegre I, derivó finalmente en una guerra total interna entre sus fracciones dirigentes, cuya resolución se fió a la batalla decisiva (si invocamos de nuevo un término habitual del vocabulario militar)de Vistalegre II.

La guerra total de Vistalegre II tuvo su germen en Vistalegre I. Allí se consolidó un modelo de partido cuya cultura política y dinámica organizativa incluía en su código fuente la posibilidad de un desenlace así. Por esa razón, todas las apelaciones a la “cordura”, a la “calma”, y a la “unidad”, que de forma sincera o interesada se escucharon en las semanas previas al congreso, eran más sólidas políticamente si iban acompañadas de una crítica al modelo Vistalegre I y no se quedaban en proclamas vacías en favor de la “sensatez” sin atajar las causas políticas que provocaron la batalla interna.

El primer Vistalegre certificó que el partido dejaba de ser oficialmente (nunca lo fue en realidad) un bien común de sus militantes y se convertía en propiedad de sus dirigentes. La máquina de guerra electoral burocrática-comunicativa era, a la vez, un partido privado y propietario, una especie de Podemos Inc., nacido de la privatización burocrática de los bienes comunes militantes, es decir el patrimonio y capital militante, cultural, emotivo y simbólico, colectivo.De esta manera el aumento del poder de los dirigentes transcurría paralelamente a la propia personalización del mismo en una lógica mezclada de “crecimiento del poder, personalización del poder”, según una expresión de Maurice Duverger/4. La personalización del poder se entrecruza, en este sentido, con su institucionalización, que sirve para ratificarla. Este procesoimplicó la construcción, pivotando entorno a Iglesias y Errejón, de un aparato-Frankenstein autonomizado de su propia base militante, cuya lógica interna condenaba cualquier discrepancia fuerte a devenir un pulso sin cuartel por el poder, en el que sólo cabían dos desenlaces: perecer o vencer. La supervivencia implicaba el control del monstruo burocrático que contenía en su seno el germen de guerra total. Cuando el aparato-Frankenstein se rebeló contra sus dos creadores a la vez, uno de ellos necesariamente estaba condenado a ser devorado por su propia criatura.

El debate de Vistalegre II mostró que una peculiaridad relevante de Podemos es su naturaleza de partido pragmático hiperideologizado. Es decir, es una organización en la que hay verdaderas preocupaciones político-intelectuales-estratégicas pero que son vaciadas sistemáticamente por su propia concepción de la política. Ello implica discusiones superficiales reducidas al sólo objetivo de cómo ganar las elecciones, pero que parten de problemas reales y de cuestiones de fondo. Es decir, en un sentido Podemos es un hervidero de ideas, en el otro un banalizador de las mismas.

Ello quedó reflejado en las características de todo el proceso congresual: falta de cultura de debate, discusión política en la cúpula sin espacios reales por abajo para la discusión orgánica, dinámica de competición y campañismo interno permanente al más puro estilo de unas primarias de un partido norteamericano, y personalismo extremo de las discusiones. Ésta última cuestión es bastante consustancial al debate político en general, y más en las sociedades de la comunicación de masas. Pero en el caso de Podemos fue exacerbado por la propia naturaleza del proyecto impulsado por Iglesias y Errejón, donde la cultura personalista del partido fue además pareja con un modelo de masculinidades arcaizantes-caballerescas que se combinaban paradójicamente con Borgianas intrigas desalmadas. Honor con tintes ridículos por un lado, vilezas sin escrúpulos por el otro.

Entre los muchos ejemplos de personalización y de hipocresía comunicativa utilizadas por ambas fracciones, estuvo el recurso del viejo y burdo truco de “el líder (Iglesias o Errejón) es bueno, pero su entorno es malo”. En suma, inteligentes ambos, pero mal aconsejados y con unos generales de mala calidad. Algo de verdad hay en todo esto, pues es innegable que muchos errejones parecen una mala copia del jefe y muchos pablistas parecen reproducir todos los defectos y ninguna de las virtudes del secretario general. La tosquedad política y la brutalidad organizativa son signos distintivos del equipo cotidiano de Iglesias, en la misma medida que el carrerismo elitista semi-intelectualizado y la trivialidad burocrática lo son del equipo de Errejón. Pero, en última instancia, la oposición entre ambos dirigentes y sus propios colaboradores carece de fundamento sólido. El resultado de esta táctica, usada para parecer que no se ataca al líder carismático de la otra fracción al que se le rinde una hipócrita pleitesía, sólo sirvió para despolitizar más el combate y personalizar más la discusión entorno a los dos grandes dirigentes.

Sólo Podemos en Movimiento y su ánima fundadora, Anticapitalistas, no jugó a la política de la guerra total. Es verdad que su condición de outsider, de estar fuera del duelo de titanes, facilitó que pudiera abstraerse de la marrullería de la batalla y concentrarse en la dimensión política de la misma. Pero ello fue, sobretodo, fruto de una decisión política consciente, de un determinado enfoque de campaña y de una concepción de cómo se hacen las cosas. Su propia campaña intentó ser ya de facto, la puesta en marcha de otro Podemos. Y el resultado de la misma ha sido su legitimización definitiva como corriente dentro de Podemos, apareciendo a la vez como la propuesta más crítica con el Podemos existente y la mejor encarnación del Podemos potencial. Victoria moral, ha sido la forma más habitual de resumir el papel de Anticapitalistas. Ello es, sin duda, importante, pero debe tomarse como un punto de partida, no como una confortable estación de destino.

En medio de la batalla fraccional, algunos sectores intelectuales vinculados a la política de Errejón, abogaron por trascender la dinámica de bloques, postulando el voto mezclado y cruzado de las listas/5. Pero la propuesta, aun teniendo un cierto mérito, presentaba cuatro problemas que la invalidaban de facto como estrategia de fondo y que la convertían más en una variante de la guerra total que en una alternativa a la misma. Primero, consistía en una tentativa de desacelerar el choque trenes por parte de partidarios del bloque que se sabía a priori perdedor. Es decir, aparecía como un intento interesado. Segundo, se hacía desde una apología parcial del modelo Vistalegre y desde la alianza con uno de sus arquitectos, sin considerar que lo decidido entonces es en realidad el germen de la situación actual. Se estaba intentando evitar, entonces, un choque de trenes sin asumir las causas del mismo. Tercero, obviaba que en esta confrontación cainita, el tercer jugador en liza, Podemos en Movimiento, estaba haciendo las cosas de otra forma. Apoyarle era, en este sentido, una forma práctica de quitar munición a los dos colosos enfrentados. Cuarto, la propuesta de seleccionar algunos nombres de las tres listas, al final, volvía a caer en el mal endémico de Podemos, el de la personalización por encima del debate de ideas.

Reality-política

Mucho se ha hablado del mediatizado enfrentamiento público protagonizado por Iglesias y Errejón. Las formas que tomó se explican, por un lado, por el rol de los medios de comunicación de masas convencionales y de las redes sociales en la política actual en general; por el otro lado, son consecuencia del modelo organizativo presidencialista autoritario y plebiscitario online fijado en Vistalegre I y de la estrategia política del partido centrada en la comunicación.

En los partidos convencionales el espectáculo banal es consustancial a su proyecto e identidad. En Podemos la política como espectáculo es, a la vez, un aspecto identitario y definitorio del Podemos realmente existente y creado en Vistalegre I, y una negación de sus ideas originales y de su significado genuino como propuesta impugnadora que desafía al establishment y que encarna otra politica.

La peculiaridad de Podemos es que no va sólo de política espectáculo vacía televisada y tuiteada, sino que es política espectáculo sobre la base de un proyecto real de cambio político y social, cuya trivialización y banalización en Vistalegre I nunca pudo completarse del todo y se hizo siempre desde la negación inestable de sus razones fundacionales y las expectativas en él depositadas. Por esto el paso hacia la reality-política ha sido aún más devastador, porque confirmaba una tensión ya innegable entre el Podemos existente y lo que muchos pensaban, querían y confiaban que Podemos era.

Parafraseando la conocida frase de Gramsci de que “el poder es un centauro: mitad coerción, mitad legitimidad", podríamos decir que Podemos es un centauro, mitad espectáculo vacío, mitad sustancia. De ello no debe conferirse que una política con sustancia se baste a sí misma si no está bien concebida en términos comunicativos, estéticos y emocionales. Sino simplemente que la comunicación, la estética y la emoción deben estar al servicio de un contenido sustantivo y no de una banalización superficial de las ideas, propuestas y estrategias.

Cuando la comunicación no sirve para hacer política, sino que es la esencia de ésta, es inevitable que toda batalla política se convierta en un espectáculo. La subsunción de la política en la comunicación conlleva la subsunción de la discusión en el espectáculo. Y cuando ésta degenera en una batalla fraccional descontrolada, la política espectáculo da paso a la reality-política, como ha sucedido en el camino hacia Vistalegre II.

La reality-política, como los reality shows televisivos, se basa en una especie de transparencia artificial en la que, de forma análoga a la pornografía, aparentemente todo se ve, pero sobre un trasfondo de impostura. El resultado es una especie de exhibición pública a la Gran Hermano, parcialmente fuera de control, de las interioridades del partido, generando desazón e incomodidad entre su base social y electoral. Pero ello se hace en medio de gestos de cara la galería (como pedir perdón ritualmente a los militantes para quedar bien y transmitir humildad), de propuestas con segundas intenciones (como loar al adversario fraccional afirmando que se cuenta con él), y de pulsos soterrados que no se ven del todo. Esta sobre-exposición pública combinada con impostura hipócrita es la síntesis de la reality-política que marcó el camino hacia Vistalegre II.

Batallas aparateras y disputas hegemónicas

Desde el lanzamiento de Podemos en adelante, el tándem Iglesias - Errejón funcionó con un reparto de papeles funcional. El primero actuó como líder carismático de masas, mientras el segundo puso en pie la hipótesis estratégica del partido y se hizo con el control del aparato, teniendo a la vez hegemonía y dominación, aunque ambas siempre sufrieron desestabilizaciones parciales por el peso del liderazgo de Iglesias. La política en Podemos se ha vivido, hecho y discutido a partir de las concepciones de Errejón, reajustas por Iglesias en su aplicación práctica cotidiana. Tras la ruptura entre ellos, Errejón perdió parcialmente el control del aparato y se vio en una posición minoritaria ante el peso del secretario general. Por primera vez sus hipótesis estratégicas sufrieron contestación pública por parte del líder del partido. Todo ello le situó en una posición más defensiva, ante el estallido de una batalla que no deseaba y que no esperaba....todavía, y en la que se sentía perdedor. Pero los términos del debate han estado marcados por la cultura política y las ideas-fuerza del modelo Vistalegre, del que fue el principal artífice y hegemónico político.

Para decirlo de otros términos: Errejón ha tenido que disputar la pelea en condiciones adversas y defensivas ante la fuerza imposible de vencer (aunque haya mostrado importantes flaquezas en algunos momentos) del líder carismático. Y, a su vez, Iglesias ha tenido que librar el combate desde la hegemonía intelectual-estratégica de Errejón, formulando una interpretación distinta y una enmienda parcial a la hipótesis populista errejoniana y a sus conceptos y preocupaciones. Iglesias nunca presentó una alternativa coherente al errejonismo, aunque se diferenció gradualmente más de él tras su ruptura en marzo de 2016, ofreciendo sucesivamente fórmulas de escaso recorrido y solidez interna/6. siendo el fiasco más clamoroso su repentina conversión oportunista a la socialdemocracia en vísperas de las elecciones generales del 26 de junio.

La cultura hegemónica generada por Errejón se basó en un fuerte identitarismo podemita, el electoralismo, la moderación política, la fusión total entre comunicación y política disolviendo la segunda en la primera, la personalización extrema, y una cultura individualista-meritocrática competitiva de jóvenes triunfadores que era el sustrato cultural-ideológico del modelo Vistalegre (un modelo que podría definirse como un peculiar populismo individualista meritocrático). Durante el periodo en qué funcionó el tándem, si Errejón bastió la hipótesis de fondo, Iglesias encarnó su concreción comunicativa cotidiana y carismática, tuneándola a su manera pero con pocas diferencia sustanciales más allá de una retórica más incisiva e incendiaria y un individualismo menos meritocrático, pero más arrogante en el estilo e igualmente voraz.

Toda disputa contra una determinada hegemonía se hace partiendo de ésta, como el propio Errejón/7 ha señalado correctamente, desde su interior para romper sus confines. Ni encerrarse en un fatalista no hay salida, ni capitular ante su fuerza inalcanzable, ni formular una resistencia en los márgenes incapacitada para conectar con los resistentes potenciales. Es en este triple riesgo a evitar donde estriba la clave una buena estrategia contra-hegemónica.“Hay que aceptar para ello trabajar en las contradicciones y las relaciones de fuerza reales, más que creer, ilusoriamente, poderlas negar o sustraerse a ellas. Porque los subalternos (o los dominados) no son exteriores al terreno político de la lucha, y la dominación no es nunca entera y absoluta. El afuera está siempre adentro” escribió Daniel Bensaïd/8. Todo intento, por tanto, de subvertir el Podemos populista y Vistalegre I empezó partiendo de éste. Pensar otro Podemos implicaba arrancar desde el Podemos realmente existente, no del deseado o del que se perdió en el camino de las vías muertas de la historia. La cultura política, las ideas hegemónicas, las reglas del juego, el peso del aparato y la identidad del partido, condiciona y moldean cualquier intento de cambiarlo. El desafío ha sido, entonces, trascender la distopía de Vistalgre I sin quedar empantanado en las entrañas del monstruo. En el futuro habrá que partir de Vistalegre II para dar un paso más en la reversión de la máquina creada en Octubre de 2014 y ratificada con algunos retoques ahora.

Vistalegre I encumbró una hipótesis estratégica acuñada por Errejón y validada por Iglesias, en contra de la cual se situaron las minoritarias voces opositoras que, por otro lado, tuvieron muchas dificultades para presentar una alternativa coherente. En medio de una victoria aplastante de las ideas y las propuestas populistas, de su elevación absoluta a pensamiento hegemónico, a duras penas había espacio para capturar la imaginación de la base social podemita hacia otros horizontes. Colonizada por la hipótesis populista errejoniana, tota propuesta distinta tuvo que partir reactivamente de ella. Devenida norma, la propuesta populista errejoniana fue la referencia en negativo de sus contestatarios que, como en toda resistencia contra-hegemónica, tuvieron que adoptar algunos de sus presupuestos para bastir una enmienda anticapitalista a la totalidad.

En este sentido, Podemos en Movimiento en su conjunto rompe en diagonal la hipótesis populista, planteando otra hoja de ruta y otro horizonte. Camino alternativo, forma de transitarlo diferente, estación final distinta. Su concepción de la victoria como una dialéctica entre autorganización-movilización-elecciones-trabajo institucional, va complementada con propuestas programáticas consistentes que se confrontan tanto con el contenido como con la concepción del programa, tanto de Iglesias como del Errejón. El fundamento de la hipótesis populista, en su versión dura de Errejón y en su versión instrumental de Iglesias, ha sido la irrelevancia absoluta del programa electoral, convertido en una suerte de un no programa, si hacemos una analogía (libre y parcial) con el conocido concepto de no lugar del antropólogo Marc Augé/9, para referirse a aquellos lugares de tránsito efímero que no constituyen un lugar relacional, de identidad o histórico y que, por lo tanto, no pueden ser considerados un lugar en sentido estricto, sino su contrario. El no programa, en este sentido, es un programa que no puede considerarse un programa como tal, pues no sirve para expresar y dar coherencia a la visión del mundo de un partido, conferirle identidad, instrumentos para la política cotidiana y palancas para apuntar hacia la dirección a ir.Relegado a los márgenes de la actividad del partido, el no programa de Podemos ha tenido tres grandes características que subvierten las propias funciones de un programa: invisibilidad (no juega ningún rol en la política del partido), liquidez (es reformulado a conveniencia en permanencia), y naturaleza disolvente (en cada revisión es aguado y descafeinado).

Precisamente, uno de los retos futuros de Podemos en Movimiento es profundizar y aterrizar aún más el debate programático y, a través de él, aumentar la discusión política concreta dentro de Podemos. No en el sentido de buscar un programa-fetiche sino un programa-mapa que ayude a la reflexión política y a la formulación de propuestas que puedan servir para la movilización de masas. Un debate programático que siempre debe ponerse en relación con una discusión estratégica más general, pues el programa sin estrategia puede acabar siendo un catálogo de propuestas sin más, y la estrategia sin programa corre el riesgo de moverse en discusiones demasiado generales.

Disidencias anticapitalistas en movimiento

Las corrientes disidentes padecieron muchas dificultades en el primer Vistalegre para articular un proyecto político alternativo, en un escenario de victoria política total del tándem Iglesias-Errejón. Tuvieron que atrincherarse en las cuestiones democráticas y organizativas, recibiendo el apoyo de parte importante de la militancia activa más politizada que tomó consciencia del despropósito jerárquico y autoritario planteado por Iglesias y Errejón. Pero no pudieron conectar con las preocupaciones de la militancia menos politizada ni con las legiones de inscritos por internet, ni transmitirles los peligros y los problemas políticos, organizativos y estratégicos de la propuesta populista.En realidad no podía ser de otra manera, en un contexto donde el estado de ánimo de la base podemita era la del entusiasmo y la ilusión ante la marcha del partido hacia el estrellato.

El segundo round ha sido distinto. En un contexto de voto útil e instrumental hacia las dos grandes candidaturas, el 13% de votos de la lista encabezada por Miguel Urbán es un resultado importante, al que debe sumársele el buen feeling con la militancia y los inscritos activos. La campaña de Podemos en Movimiento ha sido una lograda síntesis de contenido político duro y tono amable y de combate político en profundidad y respeto democrático. Un buen modelo para tener en cuenta en la tan manida discusión del estilo que debe tener Podemos y de cómo debe relacionarse con la sociedad.

Para buena parte de la base podemita, en Vistalegre I los críticos, señalados por la dirección, aparecieron como un cuerpo extraño en el partido. Ahora han sido Iglesias y Errejón los que transmitieron la impresión de ser ajenos a lo que representaba y se esperaba de Podemos, aunque en realidad su comportamiento ha sido consecuencia de lo construido en Vistalgre I. A pesar de tomar partido masivamente por Iglesias o Errejón, muchos podemitas durante las últimas semanas no reconocieron a su secretario general y/o a su secretario político. Pero en realidad ambos actuaron en estado puro. Pocas veces hemos visto a un Pablo Iglesias y a un Iñigo Errejón tan genuinos y sin careta como ahora (a pesar de las imposturas aún remanentes ya comentadas anteriormente que, en el fondo, son en sí mismas muy genuinas). Cuando ambos han parecido traicionar más a Podemos y derruir las esperanzas puestas en ellos, más fieles han sido a sí mismos y a su propio Podemos. El Podemos de Vistalegre I, en este sentido, no ha revelado su naturaleza en toda su totalidad hasta que llegó el proceso de Vistalegre II.

La pugna fraccional ha mostrado la absoluta necesidad de una organización como Anticapitalistas y una candidatura como Podemos en Movimiento. Imaginar la batalla de este segundo congreso sin ellos resulta tenebrosamente siniestro. La pregunta atronadora que viene a la cabeza es, ¿qué hubiera sido de Podemos si quienes resistieron a contracorriente en el primer Vistalegre hubieran arrojado la toalla y se hubieran marchado tal y como pretendían Iglesias y Errejón? La repuesta es bastante turbadora.

Anticapitalistas pasó por varias fases en su intervención en Podemos. Marginada con malas artes en el grupo fundacional, se lanzó a una lucha por la supervivencia en el periodo comprendido entre las elecciones europeas del 25 de Mayo de 2014 y el primer Vistalegre en Octubre del mismo año, cuando el equipo de Iglesias y Errejón estaba en el cénit de su legitimidad. Tras el primer congreso fundacional pasó a una lenta guerra de posiciones defensiva, situada globalmente en los márgenes del partido pero también en algunos enclaves institucionales emblemáticos (fundamentalmente la posición de Teresa Rodríguez como Secretaria General de Andalucía y de Miguel Urbán en el Europarlamento, y varios Secretarios Generales de círculos locales) que se fueron ampliando progresivamente (con la obtención de varios diputados en las elecciones regionales de Mayo de 2015). Dos tareas se interrelacionaron para Anticapitalistas en esta etapa, que todavía permanecen en pie: por un lado, galvanizar una oposición reactiva, resistencialista y sin capacidad alguna para ganar ninguna batalla, a la política de Iglesias y Errejón; por el otro, poner en práctica otro Podemos en aquellos sitios donde había una mayoría crítica favorable. Algo complicado en un marco organizativo, político y hegemónico que dejaba muy poco margen para ir más allá. La primera, implicaba combatir el presente para ganar el futuro. La segunda, traer el futuro al presente. Finalmente, el estallido del tándem Iglesias-Errejón abrió una nueva fase para Anticapitalistas marcada por la creciente normalización de su existencia y el fin de la atmósfera asfixiante creada en Vistalegre contra cualquier disidencia, donde el reto era generar una tercera vía independiente en medio de una enorme polarización. Logrado el objetivo con creces, empieza ahora otra etapa en la que el otro Podemos posible debe servir de espejo permanente en el que reflejar todos los debates tácticos y estratégicos del Podemos real post-Vistalegre II.

En todo este recorrido de más de dos años, en términos de concepción estratégica y de práctica política, Anticapitalistas se vio ante el reto de permanecer fiel a sus propias hipótesis y a la vez tomarse la interacción con la hipótesis populista como un estímulo permanente para confrontarse con los puntos débiles de sus propias concepciones estratégicas. Entre las cuestiones más importantes: pensar una relación con la sociedad que trascendiera los códigos culturales del mundillo activista y militante. Es de su tensión relacional opositora con el proyecto populista, desde la fidelidad al suyo propio y a su bagaje histórico, de donde han salido sus propuestas para, y sus maneras en, Podemos.

Tras el diluvio

El Podemos que surge en Vistalegre II es una versión modificada de la máquina de guerra electoral burocrático-comunicativa de Vistalegre I. Su primera prueba será la propia reconfiguración interna y el desplazamiento del antiguo aparato político de Errejón, quien encarna la figura del cazador cazado. De frío capo de un aparato inflexible que, siempre sin estridencias y con elegancia, fulminó a todo aquél que se interpusiera en sus objetivos, se dispone ahora a comprobar como la máquina que él construyó le aplica su propia medicina.

Aunque es innegable la existencia de una cierta justicia poética en ver al principal muñidor de la máquina de guerra ser devorado por su propia criatura, ello no implica que en ningún caso deban apoyarse medidas que anulen toda cultura pluralista. Lógicamente, es normal que el equipo de Iglesias asuma el control de las responsabilidades centrales de la dirección y que desmonte el aparato político hipertrofiado y fraccional que había construido Errejón. Pero esto no debería confundirse con el mantenimiento de una cultura anti-pluralista maquillada sólo con la integración superficial de las minorías en la ejecutiva. No derramar ninguna lágrima por Errejón y los suyos, que dirigieron el partido con un autoritarismo tan frío como implacable, es compatible con la más firme defensa de la pluralidad interna, del derecho a las minorías a tener espacios en los órganos, y del respeto democrático por la diversidad de opiniones y posiciones.

En términos de orientación política, el rumbo inmediato que vaya a tomar el nuevo Podemos es probable que combine una fuerte retórica plebleya-impugnadora con propuestas en positivo realistas y moderadas que pretendan ganar respetabilidad. Los bandazos y excesos a un lado y a otro, a tenor de lo visto hasta ahora, es probable que se sucedan. De hecho, los resultados de las peleas fraccionales tienen siempre elementos paradójicos. Sobre todo si cuando el precio de la victoria para quienes se impusieron es alto. No es infrecuente que la fracción ganadora, una vez aplasta a sus rivales, se vea obligada a asumir parte de la línea política de estos, pero administrada y controlada por ella. Parte de ello puede pasar también en Podemos, donde el pablismo ganador, como ya hemos señalado, nunca ha definido un corpus estratégico global distinto al errejonismo. Universalmente reconocido como el malo de la serie, pueda que Iglesias requiera una dosis de amabilidad errejoniana a la Coldplay para paliar la presión mediática contra él, que busca presentar el resultado de Vistalegre II como un repliegue de Podemos sobre sí mismo.

De todas formas, la tarea de oposición al gobierno del PP que Podemos tiene por delante no entraña muchas dificultades intrínsecas, e Iglesias la manejará previsiblemente combinando una retórica impugnadora y un apoyo genérico a las luchas sociales. A corto plazo, Iglesias tiene bien aposentada su posición, al menos hasta las próximas elecciones generales. Antes de ellas, a no ser que llegara contra todo pronóstico desfondado en los sondeos, difícilmente nadie, ni desde dentro ni desde fuera de Podemos, le va a mover su codiciada silla. Pero si falla en las próximas generales su posición sin duda se tornará muy débil.

El futuro de Podemos tras Vistalegre II es difícil de predecir. Lo más duro posiblemente ya pasó. En los próximos meses será el PSOE el que se sumergirá en su particular batalla cainita de la que también dependerá la situación de Podemos. A no ser que Sánchez consiga imponerse democráticamente al aparato en las elecciones primarias, el plan de la dirección del PSOE es certificar en su próximo congreso su actual línea de subalternidad al PP, lo que deja un espacio real a Podemos.

A pesar del show de estos días, y del profundo desgaste de Podemos, que aparece ya como una fuerza política que se comporta con los vicios de las demás, la base electoral del partido debería más o menos estabilizarse. Aún con menos ilusión y más desafecto, Podemos es para millones de personas el mejor vehículo político-electoral para expresar el malestar social contra los partidos tradicionales y sus nuevas muletas como Ciudadanos. Pero un partido como Podemos funciona mejor con una base convencida que no con un voto desmotivado.

En cualquier caso, más allá de los aciertos y desaciertos que Podemos y su nueva dirección tengan en su labor de oposición al gobierno del PP, la variable decisiva será el arranque o no de un nuevo ciclo de luchas sociales. Para culminar el ciclo político post 15M y desplegar todas sus potencialidades es necesario un nuevo ciclo social que, en interrelación con Podemos (y las otras fuerzas del “bloque del cambio”), pueda devenir a la vez político.

14/02/2017

Josep Maria Antentas, profesor de Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)

Notas:

1/ Discuto brevemente el tema en: Antentas, Josep M. (2017). "Podemos ante sí mismo", 30 de enero. Disponible en: http://vientosur.info/spip.php?article12160

2/ Simon, D. (2007). "My standard for verisimilitude is simple and I came to it when I started to write prose narrative: fuck the average reader"0 (entrevista a cargo de Nick Hornby), Believer, Agosto. Disponible en: http://www.believermag.com/issues/200708/?read=interview_simon

3/ Ludendorff, cuya obra Guerra Total se publicó en 1935, fue miembro de la alta comandancia alemana durante la primera Guerra Mundial. Tras la guerra col.laboró con el nazimo hasta que rompió con Hitler.

4/ Duverger, M. Los partidos políticos. México: FCE, 1987[1951], p. 198

5/ Fernández Liria, C y Mestre, J. (2017). "Vistalegre 2: vota mezclado", Público, 6 de febrero. Disponible en: http://blogs.publico.es/dominiopublico/19307/vistalegre-2-vota-mezclado/

6/ Antentas, Josep M. (2017). "Podemos ante sí mismo", 30 de enero. Disponible en: http://vientosur.info/spip.php?article12160

7/ Errejón, I y Mouffe, Ch. (2015). Construir pueblo. Barcelona: Icaria.

8/ Bensaïd, D. (2011). Le spectacle, stade ultime du fétichisme de la marchandise. Paris: Lignes, p. 40

9/ Augé, M. (2001). Los no lugares. Barcelona: Gedisa

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